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Mensajes dictados por la  Virgen a partir de 1984
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     El núcleo de los mensajes que la Santísima Madre da en Medjugorje es de paz, conversión, abandono totalmente confiado en Dios, oración, ayuno, fe viva, vida sacramental.

     La verdadera paz, la que viene de Dios, es producto, es gracia de conversión. Convertirse significa regresar a Dios. Es ponerlo a Él como meta de nuestra existencia. Es cambiar radicalmente de vida para centrarla en Jesús, que es el único Camino. Y la Virgen viene precisamente para eso. A enseñarnos, a ayudarnos, a darnos fuerzas para que el Espíritu Santo produzca el cambio en nosotros, la conversión del corazón. Por eso es Ella la Reina de la Paz.

     En todos sus mensajes nos está invitando a que nos hagamos disponibles a esta gracia, a que aprovechemos este tiempo que la Misericordia de Dios nos dio. Éste, en efecto, es tiempo de misericordia, es decir tiempo de María. Tiempo de llamado al retorno a la casa del Padre. María es la Pedagoga sublime que nos lleva al Maestro, que es el Señor.

     Es así que Ella, incansablemente, nos invita a la oración. Sin oración no hay conversión. En todos sus mensajes nos pide oración. Pero no cualquier oración sino la del corazón, porque ésa nos irá transformando. Es la oración de quien confiadamente se abandona a la Fidelidad, Bondad y Misericordia de su Creador. Orar, orar y orar, repite en uno y otro mensaje. Que significa no sólo estar en oración permanente sino orar con mayor profundidad. Orar hasta que la oración deje de ser monólogo; orar hasta que también sea escucha y revelación; orar hasta que se vuelva alegría.

     Como lo hace en todas sus otras apariciones insiste en el rezo diario, -solos, en grupos, en familia- del Santo Rosario, y prefiere que sea completo, los quince misterios. "A vosotros sacerdotes, os exhorto a que invitéis a todos los fieles a rezar el Rosario. Mediante la oración del Rosario habréis de vencer todos los obstáculos interpuestos por satanás contra la Iglesia. Dadle espacio al Rosario, vosotros sacerdotes, recitadlo."

     Meditando los misterios del Rosario –nos dice a todos- iremos descubriendo la historia de la Salvación.

     En su maravillosa pedagogía nos va llevando –como hizo con la parroquia de Medjugorje, el grano de mostaza que no deja de crecer- desde la oración de la devoción o del recitado puntual a la oración incesante." Orad siempre antes de iniciar vuestras ocupaciones de cada día. También cuando las hayáis finalizado. Si así lo hacéis Dios os bendecirá a vosotros y a vuestros trabajos…Orad continuamente. Orad para desbaratar los esfuerzos de satanás, él es muy fuerte y con todas sus energías quiere destruir mis planes que ya han comenzado a realizarse en vosotros. Vosotros debéis orar y sólo orar. No debéis interrumpir vuestra oración. Tened paciencia y perseverad en la oración. No permitáis que satanás os debilite."

     Nos enseña que la mejor oración de petición es la de pedir el Espíritu Santo. "Lo más necesario es orar. Pedid al Espíritu Santo que descienda sobre la tierra y entonces todo se volverá muy claro y el mundo cambiará. Orad todos los días al Espíritu Santo. Vosotros pedís demasiadas cosas y no pedís lo más importante, ¡Pedid el don del Espíritu Santo y lo tendréis todo!.. Debéis orar por la efusión del Espíritu Santo sobre vosotros, sobre vuestras familias, sobre vuestras parroquias. Orad y no os arrepentiréis. Dios os concederá todos los dones con los cuales lo glorificareis hasta el término de vuestra vida terrena." " La gente no sabe orar, va a los santuarios y a la iglesia solamente para ser curados de males físicos o para pedir gracias particulares. Pero no ahondan en la profundidad de la fe…Si poseen el don del Espíritu lo tienen todo, todo lo demás vendrá por añadidura". También pide el ayuno –según la tradición de la Iglesia, los miércoles y viernes- a pan y agua, y del corazón. Mucho antes de la guerra dijo, no en una sino en varias ocasiones, que con la oración y el ayuno es posible evitar las guerras, o detener a las ya iniciadas, y suspender las leyes naturales.

     Nos invita a que todo lo hagamos en la humildad y el amor. Ella viene a guiarnos en el amor. Dice la Escritura que la oración del humilde horada las nubes y llega hasta el mismo trono de Dios.

     Nos pide que vivamos la Santa Misa, no hay nada más importante que la Misa. Allí es el mismo Jesús el Señor, Dios que se hizo hombre por nosotros, quien se está inmolando al Padre por nuestra salvación. En la Eucaristía está verdaderamente Jesús presente, en alma, cuerpo, sangre y divinidad. Nos llama a la adoración eucarística y a adorar a la cruz.

     "Adoren al Santísimo Sacramento del Altar sin interrupción. Yo estoy siempre presente cuando los fieles están en adoración. En ese momento se reciben grandes gracias."

     La comunión, o sea el Sacramento Eucarístico, está indisolublemente ligada al Sacramento penitencial o de reconciliación, la confesión. La Virgen, por ello, nos invita a que tengamos al menos una confesión mensual, a los consagrados les pide que sea semanal. La confesión no debe ser un mero recitado de faltas sino la consecuencia del arrepentimiento del pecado. "Si vosotros salís del confesionario como habéis entrado -nos dice- entonces será muy difícil que os convirtáis."

     Así como el Señor ponía de manifiesto el valor de la fe, así también lo hace la Virgen. Relatan los videntes que la oración que pone más feliz a la Madre es el Credo. Solicita el rezo diario del Credo. También ella ha dicho a los sacerdotes y a la gente que deben "creer firmemente." Y los enfermos o quienes los llevan e interceden por ellos tienen que tener fe, no vacilar. Tal la condición para sanarse.

     A continuación ofrecemos algunos de los mensajes, de entre los miles que la Virgen está dando.

     "Hijos queridos, sabéis que es por vuestra causa que permanezco tanto tiempo, para enseñaros a dar los primeros pasos en el camino de la santidad. Por ello, hijitos, orad sin cesar y vivid todos los mensajes que os doy; porque lo hago con un gran amor hacia Dios y hacia vosotros. Queridos hijos, deseo que comprendáis que Dios os ha elegido a cada uno de vosotros como instrumento para el plan de salvación de la humanidad. Os invito a la oración del corazón para que la oración sea diálogo con Dios. Deseo que cada uno le consagre más tiempo al Señor; satanás es fuerte y desea destruiros y engañaros de muchas maneras. Por ello, mis hijitos queridos, orad todos los días para que vuestras vidas sean un bien para vosotros y para todos aquellos que encontréis. Estoy con vosotros y os protejo, no obstante satanás quiera destruir mis proyectos y parar lo que el Padre Celestial desea realizar acá.

     Vosotros no podéis entender cuán importante es vuestro puesto en este plan de Dios, por esto, hijos queridos, orad para que en la oración logréis comprender el plan de Dios a través vuestro. Estoy con vosotros para que podáis realizarlo plenamente.

     Hijos, dadle al Señor todo vuestro pasado, todo el mal que se acumuló en vuestros corazones. Deseo que cada uno sea feliz, pero nadie puede serlo con el pecado. Para ello, hijos queridos, orad y en la oración conoceréis el nuevo camino de la alegría. La alegría se manifestará en vuestros corazones y así podréis ser testigos gozosos de lo que mi Hijo y yo deseamos de cada uno de vosotros.

     Os invito a que cada uno comience a vivir la nueva vida, que Dios desea de vosotros, y a empezar a hacer buenas obras de amor y de misericordia. No quiero, hijos queridos, que viváis los mensajes y al mismo tiempo cometáis el pecado, que no me agrada.

     Por eso, queridos hijos, deseo que cada uno inicie una nueva vida sin que destruya todo lo que Dios obra en cada uno de vosotros y todo lo que os está dando. Os amo, por eso deseo que seáis santos. No quiero que satanás os obstaculice en el camino.

     Orad y aceptad todo lo que Dios os pone en esta vía, que es dolorosa, pero a quien comienza a recorrerla, Dios le revela toda la dulzura, de modo que responderá con gusto a cada llamado Suyo.

     No déis importancia a las cosas pequeñas de acá. ¡Tended a las del Cielo!

     Yo os invito a la conversión total, que es difícil para todos los que no han elegido a Dios. Os invito hijos queridos a que os convirtáis totalmente a Dios. Dios puede daros todo lo que le pidáis; pero vosotros sólo buscáis a Dios cuando vienen las enfermedades, los problemas, las dificultades y pensáis que Él esté lejos de vosotros y que no os escucha y no satisface vuestras oraciones. No, queridos hijos, ¡eso no es cierto! Si estáis lejos de Dios no podréis recibir gracias porque no lo buscáis con fe firme. Oro por vosotros todos los días y deseo aproximaros siempre más a Dios, pero no puedo hacerlo si vosotros no lo deseáis. Por ello, hijos queridos, poned vuestras vidas en las manos de Dios.

     Os bendigo.

     Queridos hijos, hoy también os invito al total abandono a Dios. En este tiempo deseo especialmente que renunciéis a aquellos cosas a las que estáis adheridos y que dañan vuestras vidas espirituales. Por ello, hijitos queridos, decidíos completamente por Dios y no le permitáis a satanás que entre en vuestras vidas, a través de aquello que os daña y que perjudica vuestras vidas espirituales.

     Hijitos, Dios se os ofrece en plenitud y debéis descubrirlo y conocerlo sólo en la oración. Por tanto decidíos por la oración.

     Vosotros, hijos queridos, no sois conscientes del gran amor con que Dios os ama; es por ese amor que Él me permite estar aquí con vosotros, para instruiros y ayudaros a encontrar el camino de la paz. Sin embargo, si no oráis no encontraréis ese camino. Por ello, hijos queridos, dejadlo todo y dedicad vuestro tiempo a Dios, y Dios os recompensará y os bendecirá. Hijitos pequeños, no olvidéis que vuestras vidas pasan como una florecilla de primavera, que hoy es maravillosa y mañana no se encuentra rastros de ella. Por ello orad, de modo tal que la oración y el abandono a Dios se vuelvan una señal del camino. Así vuestros testimonios no tendrán solamente valor ahora para vosotros sino para toda la eternidad.

     El abandono a Dios debe ser total. Orad, hijitos, para que satanás no os sacuda como ramas al viento. Sed fuertes en Dios. Deseo que a través vuestro el mundo entero conozca al Dios de la alegría. Dad testimonio con vuestras vidas del gozo divino. No estéis ni angustiados ni preocupados. Dios os ayudará y os mostrará el camino. Deseo que améis a todos, a buenos y a malos, con mi amor. Sólo así el amor vencerá en el mundo.

     Hijitos, vosotros sois míos; os amo y deseo que os abandonéis en mí, para que pueda yo conduciros hasta Dios. Orad incesantemente para que satanás no pueda sacar ventajas de vosotros. Orad para que comprendáis que sois míos. Todo lo que hagáis y todo lo que tengáis dadlo a Dios, para que pueda Él reinar en vuestras vidas como Rey de todo.

     No temáis porque estoy con vosotros, aún cuando penséis que no hay camino de salida y que satanás es el que reina. Yo os traigo la paz, soy vuestra Madre y la Reina de la Paz. Sólo así el Señor podrá guiaros, a través mío, en las profundidades de la vida espiritual. La invitación que os hago al total abandono en Dios es el llamado a la gran alegría y a la paz que solamente Dios puede daros. Que todo lo que poseáis esté en manos de Dios. Sólo así tendréis alegría en el corazón.

     Hijitos, alegraos por todo lo que tenéis. Agradeced a Dios porque todo es don suyo, hacia vosotros. Así podréis en la vida agradecer por todo y descubrir a Dios en todo, aún en las flores más pequeñas. Descubrid a Dios.

     Estoy con vosotros e intercedo por vosotros ante Dios, todos los días. Os invito, hijitos, a que me escuchéis y a que viváis los mensajes que os doy. Desde hace ya años que sois invitados a la santidad, sin embargo estáis lejos aún de ello. Os bendigo con la bendición de la alegría.

     Queridos hijos, hoy os invito al amor, que es agradable y caro a Dios. Hijitos, el amor acepta todo, todo lo que es duro y amargo, por Jesús que es Amor. Por eso, queridos hijos, orad a Dios para que venga en ayuda vuestra; pero no según vuestros deseos sino según ¡Su Amor!

     Abandonaos a Dios para que Él pueda sanaros, consolaros y perdonaros por todo aquello que hay en vosotros y os impide avanzar en el camino del amor. Así Dios podrá plasmar vuestras vidas y vosotros podréis crecer en el amor.

     Glorificad a Dios, hijitos, con el Himno a la Caridad (1 Cor 13), para que el amor de Dios pueda día a día crecer en vosotros, hasta alcanzar la plenitud.

     ¡Qué la Santa Misa sea la vida para vosotros! Tratad de entender que la Iglesia es la Casa de Dios, el lugar donde os reúno y donde deseo mostraros el camino que lleva a Dios. ¡Venid y orad! No estéis mirando a los otros y criticándolos. Que, en cambio, vuestras vidas sean un testimonio en el camino de la santidad.

     Las iglesias son dignas de respeto y consagradas porque Dios -que se hizo hombre- está dentro de ellas, día y noche.

     Por todo, hijitos, creed y orad para que el Padre os acreciente la fe y luego, entonces, pedid aquello que es necesario. Estoy con vosotros y gozo por vuestras conversiones. Os protejo con mi manto materno.

     Queridos hijos, os invito a orar. Hijitos, es mediante la oración que recibiréis paz y alegría. A través de la oración sois más ricos de la Gracia Divina. Por ello, hijitos queridos, que la oración sea vida ,para cada uno de vosotros. En particular os invito a que oréis por todos los que están lejos de Dios, para que se conviertan. Entonces, los corazones serán más ricos, porque Dios reinará en los corazones de todos los hombres. Por ello, hijitos, ¡orad, orad, orad!

     ¡Que reine la oración en todo el mundo!

     Yo os bendigo de especial manera con mi bendición materna, e intercedo ante Dios para que os done la conversión del corazón. Desde hace años ya, os estoy invitando y exhortando a una vida espiritual profunda en la simplicidad. Pero vosotros ¡estáis tan fríos! Por ello, hijitos queridos, os ruego que recibáis y viváis mis mensajes seriamente, para que vuestras almas no se entristezcan cuando yo no esté más con vosotros y no pueda guiaros como a niños inseguros, en sus primeros pasos. Por eso, hijitos, leed cada día los mensajes que os he dado y transformadlos en vida.

     Os amo y es por eso que os invito, a todos, al camino de la salvación con Dios.

     Os invito, queridos hijos, a que os decidáis por Dios, porque el alejamiento de Dios da como fruto la falta de paz en vuestros corazones. ¡Sólo Dios es paz! Por esto acercaos a Dios por medio de la oración personal y entonces viviréis la paz en vuestros corazones. Y así la paz podrá correr como un río, desde vuestros corazones, por el mundo. No habléis de paz, ¡practicadla!"

     A todos os pido que ofrezcáis oraciones y sacrificios por mis intenciones para que pueda yo ofrecerlas a Dios por lo que sea más necesario. Olvidad vuestros deseos y orad, hijos queridos, por aquello que Dios quiere y no por lo que vosotros deseáis.

     Os invito a que renovéis la oración en familia, para que cada familia se convierta en gozo para mi Hijo Jesús. Por ello, hijos queridos, orad y dadle más tiempo a Jesús , entonces llegareis a entender y a aceptar todo, aún las enfermedades y las más duras cruces.

     Estoy con vosotros y deseo llevaros en mi Corazón y protegeros; pero vosotros no os decidís. Por ello, hijos queridos, os estoy buscando para que oréis y a través de la oración me permitáis ayudaros. Orad, hijitos, para que la oración se convierta, en vosotros, pan de cada día."

     La Santísima Madre insiste en su llamado a la conversión, en su camino de oración y penitencia. Hubo veces en que dio mensajes tan lacónicos y elocuentes como éste: "¡Orad, orad, orad!"

     Y otras como el 25 de marzo de 1992, en que dijo: "Queridos hijos, hoy como nunca antes, os invito a que viváis y practiquéis mis mensajes en vuestras vidas. He venido hasta vosotros para ayudaros, y es por ello que hoy os invito a que cambiéis de vida, porque habéis tomado por el camino de la desdicha, de la ruina.

     Cuando os dije: "Convertíos, orad, ayunad, reconciliaos", vosotros habéis acogido esos mensajes superficialmente. Comenzasteis a vivirles y luego dejasteis de hacerlo, porque para vosotros resultaba difícil. Sabed, hijos queridos, que cuando algo es bueno debéis perseverar en el bien y no pensar "Dios no me ve, no me escucha. No me ayuda". De esa manera os habéis apartado de Dios y de Mí -por motivo de vuestros desdichados intereses-, Yo quería crear, a partir de vosotros, un Oasis de Paz, Amor y Bondad. Dios quería, con el amor vuestro y con Su Ayuda, que hiciérais milagros y así diérais el ejemplo. Por eso, os digo "satanás está jugando con vosotros y con vuestras almas y yo no puedo ayudaros porque estáis lejos de mi corazón. Por tanto, orad, vivid mis mensajes y entonces veréis los milagros del amor de Dios en vuestras vidas de todos los días."

     Constantemente hace llamados al amor y en esos llamados, en estos tiempos en que el pecado se ha enseñoreado de la humanidad, descubrimos la gracia sobreabundante de Dios. "Queridos hijos, hoy como nunca os invito a orar. Que vuestras vidas se vuelvan plenas de oración. Sin amor no podéis orar. Por ello os invito ante todo a amar a Dios Creador de vuestras vidas; luego reconoceréis y amareis a Dios en todos, como Él os ama a vosotros.

     Queridos hijos, esto- que Yo pueda estar con vosotros- es una gracia. Por ello, por el bien vuestro, aceptad y vivid mis mensajes. Os amo y por eso estoy con vosotros para enseñaros y guiaros hacia una vida nueva; la de la renuncia y la conversión. Solamente así descubriréis a Dios y a todo lo que ahora está alejado de vosotros. Hijitos, por esto, -¡ orad!

     Nuevamente os invito a aceptar y vivir mis mensajes con seriedad. Éstos son los días en que debéis decidiros por Dios, por la paz y por el bien. Que de vuestras vidas y vuestros pensamientos salgan todo odio y todo celo, y que allí sólo esté el amor a Dios y al prójimo. Así, y sólo así, seréis capaces de distinguir las señales de este tiempo. Yo estoy con vosotros y os guío hacia un tiempo nuevo, tiempo que Dios os da como gracia para que lo conozcáis aún más.

     Satanás quiere destruir todo lo que es santo en vosotros y en torno vuestro. Él quiere principalmente arruinar vuestras almas y alejaros lo más posible de la vida cristiana y de los Mandamientos que la Iglesia os llama a vivir. Por tanto, hijitos, orad, orad, orad para poder comprender todo lo que el Señor os da a través de mis venidas…

     Leed la Sagrada Escritura, vividla y orad para comprender las señales de este tiempo. Este es un tiempo particular y por ello estoy con vosotros para acercaros a mi Corazón y al Corazón de mi Hijo Jesús.

     Queridos hijitos, deseo que seáis hijos de la luz y no de las tinieblas; por eso vivid lo que os digo".

     Nos propone el refugio que Dios ha preparado para estos tiempos que es la Consagración a su Corazón Inmaculado. Acto éste que cada uno puede hacer en su corazón, y renovarlo diariamente, refrendándolo en el momento de la Eucaristía, y solemnemente en una fiesta mariana. "Me siento muy feliz por quienes han decidido consagrarse a mí. Os agradezco, no os habéis equivocado. Mi Hijo Jesucristo quiere - a través mío- concederos gracias especiales."

     La familia y los jóvenes son motivos de particular atención en los mensajes de la Virgen. Fundamentalmente, pide que la familia se reúna a orar, que ore junta, que sea activa en la oración. También: "amad en primer lugar a vuestra familia y luego podréis aceptar a los demás."

     Nos insta a seguir el llamado evangélico de construir nuestra casa sobre la sólida roca, que es Cristo -edificar es fruto de la oración del corazón, del amor y la unión familiar-, y no sobre la arena de los tiempos, de los falsos valores que se nos proponen.

     Asimismo, la Santísima Madre hace mención a cosas concretas como la televisión diciendo, por ejemplo: "Renunciad a los programas que son un peligro moral para vuestras familias. La televisión ha provocado la destrucción de muchos hogares. Después de ver televisión ya no pueden orar, ya nadie consigue recogerse para entrar en oración… Renovad, en cambio, la oración en familia. Estimulad a los más pequeños a la oración y haced que los niños se acerquen a la Misa" La televisión se interpone en la familia impidiendo la tertulia familiar, contaminando la pureza y los valores morales, haciendo imposible el diálogo con Dios. En Cuaresma ha pedido que apagáramos el televisor. Y otra vez recalcó: "El ayuno del cuerpo es necesario, pero más necesario aún es el ayuno del pecado. Renunciar a las pasiones, a los placeres, al alcohol y al exceso de ver televisión. La televisión os está destruyendo, por culpa de ella vosotros ya no sabéis orar."

     Cuando la Virgen habla de destrucción no está sólo refiriéndose al desplazamiento que se hace de la oración, por la distracción que provoca ese entretenimiento, sino, antes bien, a los valores antievangélicos, por tanto anticristianos, que a través de ese medio se promueven.

     Baste considerar que, según recientes estadísticas de la Comisión Nacional de Televisión de los EEUU, un niño norteamericano ve en 10 años (los que median entre los 5 y los 15 años) de su vida, nada menos que 14.000 muertes violentas, por televisión. A ello hay que sumar estupros, escenas fuertemente eróticas, etc, etc. Los films, aún los dibujos animados están cargados de violencia.

     La Virgen nos propone actos concretos, específicos, que nos hagan dirigirnos a Dios. Colocar el televisor a un costado y centrar, físicamente también, en el hogar la Sagrada Escritura. Abrir el Evangelio para escuchar la Palabra de Dios y hacer silencio al mal que quiere invadirnos desde dentro.

     Nos invita a que en nuestras casas tengamos en un lugar privilegiado, además de la Biblia, imágenes sacras -bendecidas-, haciendo de él un sitio para reunirnos a orar, leer y meditar la Palabra.

     Si osáramos resumir a su esencia los mensajes, notaríamos que como verdadero llamado a la salvación, son apelación a la cooperación en el plan de Dios, que partiendo de lo individual abarca a todos los hijos. Diríamos, entonces, que en sustancia nos está invitando a que nos convirtamos para convertir. "¡Queridos hijos! En vuestras vidas todos habéis experimentado la luz y las tinieblas. Dios concede a cada hombre conocer el bien y el mal. Os invito a la luz que debéis vosotros llevar a los hombres que están en las tinieblas. Todos los días llegan hasta vuestras puertas hombres que viven en las tinieblas. Queridos hijos, ¡dadles la luz!"

     Igualmente, nos exhorta a vivir sus mensajes con humildad y a dar testimonio con nuestras vidas. Nos enseña que no se trata de ir pregonando las apariciones o simplemente hablar de los mensajes sino, antes bien, de hacerlos vida para que fructifiquen en nosotros y sirvamos de testimonios para los demás. De nada vale creer en las apariciones o enterarse de los mensajes si no se los practica.

     Por otra parte, nos recuerda la Virgen que las pruebas deben servirnos para crecer en el amor y en la fe y para acercarnos a Dios en el amor. Como lo repetimos en el Padre Nuestro debemos también orar para no caer en la tentación, para superar la prueba.

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